miércoles, 1 de mayo de 2013

Capitulo 1 UNO MISMO CON LOS OTROS e introduccion


La Disciplina de la sociología
La sociología representa un cuerpo de conocimiento considerable que se ha ido acumulando en el curso de su historia. Es un sitio en constante actividad que coteja los saberes recibidos con las nuevas experiencias y, de esa manera en el proceso, suma al conocimiento y cambia la forma y el contenido de la disciplina.
La sociología, como otras ramas del estudio social, tienen sus propias perspectivas cognitivas que inspiran series  de preguntas para interrogar las acciones humanas. La sociología se distingue por visualizar las acciones humanas como componentes de configuraciones más amplias es decir, de conjuntos no amorosos de actores estructurados en una red  de dependencia  mutua  Los sociólogos preguntan qué consecuencia tiene esto para los actores humanos, las relaciones en las que entramos y las sociedades de las que formamos parte. 
Pensar sociológicamente también se distingue por su vínculo con el llamado “sentido común”. La sociología a diferencia del sentido común hace un esfuerzo por subordinarse a las reglas rigurosas del discurso responsable. La sociología y sentido común difieren en el modo en que cada uno da sentido a la realidad humana en términos de como comprenden y explican acontecimientos y circunstancias.
Pensar sociológicamente nos puede hacer más sensibles y tolerantes a la diversidad. Puede aguar nuestros sentidos y abrir nuestros ojos a nuevos horizontes más allá de nuestras experiencias inmediatas para que exploremos condiciones que, hasta ahora, habían permanecido relativamente invisibles. La sociología se alza en defensa del individuo, pero no del individualismo. O sea, que penar sociológicamente significa pensar un poco más plenamente en la gente que nos rodea en términos de sus esperanzas y deseos, sus preocupaciones e intereses.
Una mirada sociológica a la lógica interna y al significado de formas de vida diferentes de las propias pueden bien llevarnos a volver a pensar los vínculos que se han trazado entre nosotros y los otros.

Uno mismo con los otros.
Muchas de nuestras acciones son habituales y por lo tanto  no están sujetas a elección deliberada y abierta. Otros nos recuerdan a menudo que nuestras  decisiones nos hacen responsables de sus  consecuencias, si rompemos reglas que se supone que son para guiar la conducta de la gente podemos ser castigados. A menudo nos consideramos los autores de nuestro destino y pensamos que como tales tenemos el poder de actuar determinando nuestra conducta y controlando nuestras vidas.
Nuestras experiencias acumuladas modelan como nos sentimos en las situaciones corrientes en las que intervenimos. Factores materiales moldean nuestra capacidad para alcanzar nuestros objetivos. Podemos observar que en situaciones  de escasez el juicio de los otros limita nuestras capacidades. Estamos a la vez habilitados y constreñidos en las prácticas cotidianas de la libertad. Modos apropiados de actuar, hablar, vestirse y conducirnos suelen proporcionarnos una orientación indispensable para vivir en lo grupos a los que pertenecemos, nos juzgamos entonces de acuerdo  con esas expectativas y nuestro autoestima concuerda con eso.
Cuando se producen  desconexiones entre nuestras expectativas y experiencias, podemos reflexionar acerca de la posibilidad de que los grupos a los que pertenecemos  no sean aquellos por los que habríamos optado libremente. Muy simplemente, podemos ser miembros de un grupo por que nacimos en el. El grupo que nos define nos ayuda a orientar nuestro comportamiento y es visto como el que provee a nuestra  libertad, pero puede ser el que no habríamos elegido conscientemente: entonces nos convertimos en un huésped no invitado. Cuando nos unimos a el no fue un acto de libertad, sino una  manifestación de dependencia

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