A finales de los años
ochenta, Margaret Thatcher empezó a hablar de
una
"revolución" en la gestión de los colegios, que habría de acabar con
Las grandes escuelas
integradas y reducir el poder de las autoridades
Educativas locales,
que eran responsables de gestionarlas. La Ley de
Educación de 1988,
además de fijar un plan de estudios nacional,
Introdujo un nuevo
sistema de organización escolar, denominado "gestión
Local de los
colegios". La cesión de la administración de los colegios se
Realizaba para
compensar la inevitable centralización que conllevaba el
Plan de estudios
nacional. También se iba a instituir un nuevo grupo que
concentrara a los
City Technology Colleges (CTCs), centros universitarios
de enseñanza técnica,
y a los colegios subvencionados.
El programa para los
CTCs no tuvo éxito y se dio por concluido en
1993, cuando sólo
existían quince centros de ese tipo. En 1992 se publicó
otro Libro Blanco con
el fin de agilizar el proceso por el que se otorgaba
más independencia a
los colegios. Las autoridades educativas locales van
a tener un papel muy
reducido y los centros subvencionados - los que
han elegido no
depender del control de sus municipios- son ahora
gestionados por un
organismo gubernamental, el Departamento para la
Financiación de los
Colegios (Funding Agency for Schools).
El sistema integrado
y sus críticos
Los críticos del
sistema integrado de las comprehensive schools creen que
ha fracasado en dos
sentidos. En primer lugar, este tipo de colegios no ha
favorecido una mayor
igualdad de oportunidades, sino que, más bien, ha
producido el efecto
contrario. Los niños de extracción social baja que
fueran brillantes
podían prosperar en los tiempos del examen a los once
años; en las escuelas
integradas se les retrasa. Para estos críticos,
también es importante
el hecho de que el nivel educativo que ofrecen los
colegios integrados
es bajo, porque no se recompensa la excelencia ni se
fomenta la
especialización.
Antes de que se
introdujera el sistema de las comprehensive schools,
el 20% de los alumnos
aprobaba el examen a los once años y pasaba a
una grammar school.
Con la reforma, la idea era crear escuelas en las que
se mezclaran los
niños más y menos dotados. Las escuelas integradas
también tendrían un
20% de alumnos que estuvieran situados en la parte
superior de la escala
de capacidades.
Las cosas no han sido
así. Si tenemos en cuenta los resultados de
los exámenes, sólo el
27% de los colegios integrados tiene un 20% de
alumnos de capacidad
superior. Por otra parte, el 18% tienen más de un
20% de niños
pertenecientes a ese grupo. De hecho, estos colegios se han
convertido en grammar
schools, aunque no se llamen así. Y los centros
menos satisfactorios
del sistema son el equivalente a las antiguas
secondary modern
colegio"
1. Pagar.
2. Ir a una zona en
la que todavía se haga el examen a los once
años y gastarse una
fortuna en transporte escolar.
3.Consultar con
agentes inmobiliarios y pagar a algún experto para que,
mediante un plano, le
encuentre la dirección más adecuada. Hipotecarse
hasta las cejas para
pagarla. También decir una dirección falsa.
4. Asegurarse de que
sus hijos no tengan necesidades especiales.
5. Entablar relación
con los miembros del consejo escolar de una
escuela subvencionada
para que la admisión de su hijo se haga por
"decisión del
consejo".
6. Hacerse anglicano,
católico o judío.
7. Ofrecer cuantiosas
donaciones a las arcas del colegio.
FUENTE: Observer, 7
de enero de 1996.
schools. En el 38% de
los colegios, la proporción de alumnos de capacidad
superior es del 10% o
menor, mientras que en el 16% de las escuelas este
porcentaje es
inferior al 5%.
El proceso de
selección que ha generado esta situación funciona de
varias maneras. En
primer lugar, el examen a los once años nunca
desapareció por
completo. Todavía quedan 95 grammar schools que
siguen utilizando 1a
prueba y este tipo de centros aún son habituales en
Irlanda del Norte. En
el sistema integrado, los procesos de selección
funcionan de manera
informal pero no por ello son menos poderosos. Las
escuelas tienen que
dar prioridad a los niños del área, de modo que los
padres pueden
"comprar" plazas para sus hijos en los colegios que
obtienen los mejores
resultados si hacen lo posible por tener la dirección
adecuada.
Una proporción considerable
de los colegios que ya no dependen de
las autoridades
locales tiene en cuenta factores personales y médicos a la
hora de decidir una
admisión. Por ejemplo, uno de esos factores puedo ser
si a un niño se le
considera "difícil" o no. Según un estudio reciente,
alrededor de la mitad
de estos colegios aplican tales criterios selectivos
(Hugill, 1996). Las
propuestas introducidas por los conservadores en
1996 permitirán a
todos los colegios públicos seleccionar hasta un 15%
de sus alumnos, ya
sea en función de su capacidad o de criterios
específicos referidos
a una determinada materia, como ciencias o música.
Con un permiso
especial del gobierno podrán seleccionar a una
proporción aún mayor.
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