Delito y
desviación
La cuestión
principal en la que basaremos nuestra reflexión será la que Anthony Giddens nos propone en su
capítulo N° 21, ¿por qué cometen delitos las personas?
Según la poca
experiencia de la que nosotros poseemos en base al orden social y las leyes y
normas que la rigen, es muy limitada nuestra concepción sobre qué si y qué no
podemos hacer de manera jurídica, mas sin embargo el sentido común y normas que
por tradición poseemos podemos deducir algunos asuntos que cotidianamente vivimos,
en especial los referentes a los delitos y desviaciones.
Según lo
comprendido en la lectura, todo aquello que esté en contra de una norma
establecida, a veces de forma consensuada o por tradición, ya que es bien
sabido que no todo lo que está establecido lo hacemos consciente por diversas
circunstancias, podemos llamarlo desviación.
Nosotros no
tenemos una respuesta concreta a esta pregunta pero si analizamos una acción y
reacción o causa y efecto que vemos a causa de las desviaciones que se realizan
en la sociedad.
En primer
lugar notemos que aparentemente los sucesos fuertes, reales y cada vez
constantes, no los vemos muy seguido en nuestras calles, colonias, pueblos o
ciudades, pero aun así se ha vuelto una realidad que asumimos en nuestra cotidianidad,
que aunque seamos primerizos al presenciar algunos fenómenos delictivos lo
asimilamos con una tranquilidad que llega a sorprender, no es de extrañarse que
poco a poco nos volvemos insensibles, o será despreocupados o bien basamos
nuestra felicidad en la estoicidad, no sufro y ni me preocupa lo que veo, no muta
y ni cambia mi percepción, ni mi ánimo o ganas de vivir, porque quiero ser
feliz, no quiero preocuparme de lo que no me ha pasado.
Tal vez no es
una cuestión de cotidianeidad, es una cuestión de felicidad; pensemos: acaso no
me taladra por dentro saber las injusticias que viven las personas de bajos
recursos, acaso no me mueve saber por qué cada vez hay mayor número de
homicidios, no me interesa de alguna manera arreglar los problemas ambientales.
Si hiciéramos una encuesta sobre los infinitos problemas que aquejan a los
seres humanos socialmente y personalmente veríamos que, sin duda alguna todo
tema nos atemoriza, todo tema nos sensibiliza o mueve mínimo nuestro intelecto,
preocupa al ser en sí, no lo deja tranquilo.
Pero pensemos
de nuevo esa pregunta, en realidad somos insensibles al dolor ajeno, y es
cierto que nos va haciendo más y más fríos vivir y experimentar tales o cuales
situaciones.
Bajo ésta
cuestión secundaria voy a dar introducción a la respuesta de la pregunta
primera; tal vez no somos insensibles, jamás lo dejaremos de ser, aunque no
mueva nuestro interior la vida misma; lo que hace el ser humano es dirigir su
sensibilidad hacia otro canal, hacia un anhelo más fuerte, aún más que resolver
el problema ambiental, o las políticas laborales y sociales, e incluso
religiosas que nos mueven, ese anhelo no es más que exaltar la sensibilidad, es
sublimarla trascendiendo todo obstáculo que le haga estancarse, y lo exalta
dirigiéndolo a su propia felicidad; que nos diga alguien si querer ser feliz es
ser insensible, que lo sea aquel que no quiera alcanzar tal estado de
perfección tan anhelado que a su vez se vuelve lejano.
Es ese anhelo
de felicidad que nace de la estoicidad, de no dejarme mover por nada porque yo
quiero ser feliz, no quiero que me afecten los problemas cotidianos porque yo
no quiero sufrir. Qué hace el hombre por su felicidad, es buscar el bien, y ese
bien en suma parte se vuelve subjetivo, ya que el bien propio lo podemos
encontrar en las actividades personales que a veces no suelen ser las prácticas
más ortodoxas que pudieran existir.
¿Por qué usar
el término estoico? Porque es la descripción más propia que podemos asignar a
las personas que viven en ésta época. El estoico no suprime los sentimientos de
dolor sólo por hacerlo, o sin un motivo esencial, su objetivo claro es que en
ello pretende encontrar la felicidad, es decir suprime lo que a él le hace
decaer.
Análogamente
observemos que este término tan arcaico procedente de una corriente filosófica
muy antigua, describe al hombre inserto en esta posmodernidad, esa indiferencia
no es solo al dolor y al sufrimiento, si no a las leyes y normas que le rigen,
por tal motivo se supera y busca en cada paso las metas planteadas.
Y nos
preguntamos, esto que tiene que ver con nuestro tema: Delito y desviación, pues
mucho; en estas líneas aterricemos nuestras reflexiones. Si bien hemos hablado
de forma positiva acerca del estoicismo “actual”, daremos al connotación
negativa que nos da la respuesta al por qué las personas cometen delitos.
El hecho de
que alguien realice una desviación, tomando de base las diversas corrientes que
describen tal acción, no tiene que ver tanto la intención, si es buena o mala,
siempre contiene un objetivo concreto, y ese es la bondad, realidad ontológica
que proviene de los trascendentales del ser, donde explica que toda acción de
todo ser se deriva de una bondad, determinada por la subjetividad. Por tal
motivo si tal acción que se encuentra fuera de los estatutos y reglamentos
establecidos, es realizada, se hace por la bondad subjetiva del ser.
Esto es un
primer momento, a esto hay que sumarle la estoicidad anteriormente nombrada; si
bien lo que se busca es un bien personal, es decir una felicidad, se tienen que
suprimir algunos otros motivos personales, morales e incluso espirituales, para
poder realizar tal acción “delictiva”. Es decir, si mi objetivo es obtener un
diez, mi objeto directo es la calificación, y ese es el bien personal al cual
yo aspiro, mas sin embargo, si tomo el camino de lo no legal y hago uso de
elementos no permitidos por el educando, tengo que suprimir varios
sentimientos, pensamientos, y concepciones morales personales, por ejemplo: las
enseñanzas familiares de lealtad, los estatutos establecidos por la
universidad, y leyes morales sociales, e incluso religiosos que puedan poseer
las personas, tiene que mantenerse estoico frente a estas manifestaciones que
no son más que obstáculos para obtener el bien que tiene como meta, por tal
motivo no se hace insensible, ya que sublima esa sensibilidad a un objetivo que
le dará felicidad y tranquilidad.
Para finalizar
concluiremos diciendo que tal manifestación no es solo personal sino un hecho
social, donde no procedemos de ninguna manera frente a hechos externos, con tal
de no mutar nuestra felicidad, y de esto resulta una cadena de hechos que al
final pueden terminar en la persona que lo permite, un circulo vicioso, tan
nombredo pero tan acertado en esta reflexión.
Equipo N° 8
Blanca Cecilia Gonzales Mendoza
Marycarmen Ortiz Martinez
Luis Manuel Romo Sanchez
Juan Manuel Mina Contreras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario