jueves, 25 de abril de 2013


Delito y desviación

La cuestión principal en la que basaremos nuestra reflexión será  la que Anthony Giddens nos propone en su capítulo N° 21, ¿por qué cometen delitos las personas?

Según la poca experiencia de la que nosotros poseemos en base al orden social y las leyes y normas que la rigen, es muy limitada nuestra concepción sobre qué si y qué no podemos hacer de manera jurídica, mas sin embargo el sentido común y normas que por tradición poseemos podemos deducir algunos asuntos que cotidianamente vivimos, en especial los referentes a los delitos y desviaciones.

Según lo comprendido en la lectura, todo aquello que esté en contra de una norma establecida, a veces de forma consensuada o por tradición, ya que es bien sabido que no todo lo que está establecido lo hacemos consciente por diversas circunstancias, podemos llamarlo desviación.

Nosotros no tenemos una respuesta concreta a esta pregunta pero si analizamos una acción y reacción o causa y efecto que vemos a causa de las desviaciones que se realizan en la sociedad.

En primer lugar notemos que aparentemente los sucesos fuertes, reales y cada vez constantes, no los vemos muy seguido en nuestras calles, colonias, pueblos o ciudades, pero aun así se ha vuelto una realidad que asumimos en nuestra cotidianidad, que aunque seamos primerizos al presenciar algunos fenómenos delictivos lo asimilamos con una tranquilidad que llega a sorprender, no es de extrañarse que poco a poco nos volvemos insensibles, o será despreocupados o bien basamos nuestra felicidad en la estoicidad, no sufro y ni me preocupa lo que veo, no muta y ni cambia mi percepción, ni mi ánimo o ganas de vivir, porque quiero ser feliz, no quiero preocuparme de lo que no me ha pasado.

Tal vez no es una cuestión de cotidianeidad, es una cuestión de felicidad; pensemos: acaso no me taladra por dentro saber las injusticias que viven las personas de bajos recursos, acaso no me mueve saber por qué cada vez hay mayor número de homicidios, no me interesa de alguna manera arreglar los problemas ambientales. Si hiciéramos una encuesta sobre los infinitos problemas que aquejan a los seres humanos socialmente y personalmente veríamos que, sin duda alguna todo tema nos atemoriza, todo tema nos sensibiliza o mueve mínimo nuestro intelecto, preocupa al ser en sí, no lo deja tranquilo.

Pero pensemos de nuevo esa pregunta, en realidad somos insensibles al dolor ajeno, y es cierto que nos va haciendo más y más fríos vivir y experimentar tales o cuales situaciones.

Bajo ésta cuestión secundaria voy a dar introducción a la respuesta de la pregunta primera; tal vez no somos insensibles, jamás lo dejaremos de ser, aunque no mueva nuestro interior la vida misma; lo que hace el ser humano es dirigir su sensibilidad hacia otro canal, hacia un anhelo más fuerte, aún más que resolver el problema ambiental, o las políticas laborales y sociales, e incluso religiosas que nos mueven, ese anhelo no es más que exaltar la sensibilidad, es sublimarla trascendiendo todo obstáculo que le haga estancarse, y lo exalta dirigiéndolo a su propia felicidad; que nos diga alguien si querer ser feliz es ser insensible, que lo sea aquel que no quiera alcanzar tal estado de perfección tan anhelado que a su vez se vuelve lejano.

Es ese anhelo de felicidad que nace de la estoicidad, de no dejarme mover por nada porque yo quiero ser feliz, no quiero que me afecten los problemas cotidianos porque yo no quiero sufrir. Qué hace el hombre por su felicidad, es buscar el bien, y ese bien en suma parte se vuelve subjetivo, ya que el bien propio lo podemos encontrar en las actividades personales que a veces no suelen ser las prácticas más ortodoxas que pudieran existir.

¿Por qué usar el término estoico? Porque es la descripción más propia que podemos asignar a las personas que viven en ésta época. El estoico no suprime los sentimientos de dolor sólo por hacerlo, o sin un motivo esencial, su objetivo claro es que en ello pretende encontrar la felicidad, es decir suprime lo que a él le hace decaer.

Análogamente observemos que este término tan arcaico procedente de una corriente filosófica muy antigua, describe al hombre inserto en esta posmodernidad, esa indiferencia no es solo al dolor y al sufrimiento, si no a las leyes y normas que le rigen, por tal motivo se supera y busca en cada paso las metas planteadas.

Y nos preguntamos, esto que tiene que ver con nuestro tema: Delito y desviación, pues mucho; en estas líneas aterricemos nuestras reflexiones. Si bien hemos hablado de forma positiva acerca del estoicismo “actual”, daremos al connotación negativa que nos da la respuesta al por qué las personas cometen delitos.

El hecho de que alguien realice una desviación, tomando de base las diversas corrientes que describen tal acción, no tiene que ver tanto la intención, si es buena o mala, siempre contiene un objetivo concreto, y ese es la bondad, realidad ontológica que proviene de los trascendentales del ser, donde explica que toda acción de todo ser se deriva de una bondad, determinada por la subjetividad. Por tal motivo si tal acción que se encuentra fuera de los estatutos y reglamentos establecidos, es realizada, se hace por la bondad subjetiva del ser.

Esto es un primer momento, a esto hay que sumarle la estoicidad anteriormente nombrada; si bien lo que se busca es un bien personal, es decir una felicidad, se tienen que suprimir algunos otros motivos personales, morales e incluso espirituales, para poder realizar tal acción “delictiva”. Es decir, si mi objetivo es obtener un diez, mi objeto directo es la calificación, y ese es el bien personal al cual yo aspiro, mas sin embargo, si tomo el camino de lo no legal y hago uso de elementos no permitidos por el educando, tengo que suprimir varios sentimientos, pensamientos, y concepciones morales personales, por ejemplo: las enseñanzas familiares de lealtad, los estatutos establecidos por la universidad, y leyes morales sociales, e incluso religiosos que puedan poseer las personas, tiene que mantenerse estoico frente a estas manifestaciones que no son más que obstáculos para obtener el bien que tiene como meta, por tal motivo no se hace insensible, ya que sublima esa sensibilidad a un objetivo que le dará felicidad y tranquilidad.

Para finalizar concluiremos diciendo que tal manifestación no es solo personal sino un hecho social, donde no procedemos de ninguna manera frente a hechos externos, con tal de no mutar nuestra felicidad, y de esto resulta una cadena de hechos que al final pueden terminar en la persona que lo permite, un circulo vicioso, tan nombredo pero tan acertado en esta reflexión.


Equipo N° 8

Blanca Cecilia  Gonzales Mendoza 
Marycarmen Ortiz Martinez 
Luis Manuel Romo Sanchez
Juan Manuel Mina Contreras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario