Delito
y desviación
La
desviación puede definirse como la falta de conformidad con una serie de normas
dadas, que si son aceptadas por un número significativo de personas de una
comunidad o sociedad. Ninguna sociedad puede dividirse sin más éntrelos que se
desvían de las normas y los que las aceptan. Todos transgredimos en alguna circunstancia reglas de comportamiento
generalmente aceptadas. Por ejemplo, puede que hayamos cometido en alguna
ocasión algún robo menor, al llevarnos algo de la tienda sin pagar o al recoger
pequeños objetos del trabajo, como cuadernos de notas o bolígrafos, para uso
particular puede que en algún momento de nuestras vidas hayamos rebasado el
límite de velocidad, realizado alguna travesura por teléfono o fumado
marihuana.
Las
teorías funcionalistas
Para
las teorías funcionalistas la delincuencia y la desviación son el resultado de
tensiones estructurales y de una falta de regulación moral dentro de la
sociedad. Si las aspiraciones de los individuos y de los grupos sociales no
coinciden con las recompensas disponibles, esta disparidad entre los deseos y
la realización de estos se percibirán en las motivaciones desviadas de algunos
de sus miembros.
La
teoría interaccionista
Los
sociólogos que estudian el delito y la desviación desde la tradición interaccionista
creen que el segundo fenómeno se construye socialmente. Rechazan la idea de que
haya clases de conductas inherentemente “desviadas”. En lugar de esto, los
interaccionistas se preguntan como se definen los comportamientos desviados y
porque a ciertos grupos, y no a otros, se les cuelga esa etiqueta.
Las
teorías del conflicto: la nueva criminología
La
publicación en 1973 de The New Criminology, por parte de Taylor, walton y
Young, supuso una considerable ruptura con las anteriores teorías de la desviación.
Sus autores tomaban elementos del pensamiento marxista para señalar que las
desviaciones es algo que se elige a propósito y que con frecuencia tiene un
carácter político. Rechazaban la idea de que fuera al determinado por factores
como la biología, la personalidad, la anomia, la desorganización social o las
etiquetas.
Las
teorías del control
La
teoría del control postula que el delito
procede de un desequilibrio entre los impulsos que llevan a la actividad
criminal y los controles sociales o físicos que lo impiden. Le interesan poco
las motivaciones que tienen los individuos al realizar el delito; más bien
presupone que la gente actúa de forma racional y que, si se da la oportunidad cualquiera podría
participar en actos desviados. Se señala que muchos tipos de delito son el
resultado de las decisiones situacionales, es decir una persona se encuentra
con una oportunidad que le motiva a actuar.
La
teoría de las ventanas rotas
Las
políticas de disuasión y de tolerancia cero se basan en la denominada teoría de
las ventanas rotas (Wilson y Kelling, 1982), inspirada en un estudio realizado
en los sesenta por el psicólogo norteamericano Philip Zimbardo, que abandono
coches sin matrícula y con el capo abierto en dos entornos sociales
completamente diferentes: la acomodada comunidad de palo alto, california, y un
barrio pobre del Bronx, en nueva york. En ambos lugares, tan pronto como los
transeúntes, independientemente de su raza o clase, sentían que los coches
estaban abandonados y que a nadie le importaban estos eran desguezados
(Zimbardo, 1969).
Conclusiones
teóricas
¿Qué
conclusiones debemos sacar de esta revisión de las teorías del delito? Antes de
nada debemos reiterar una afirmación hecha anteriormente. Aun cuando el delito
sea una subcategoria del conjunto de la conducta desviada, cubre tal variedad
de tipos de actividades desde robar una chocolatina hasta la matanza en masa
que resulta bastante poco probable que podamos desarrollar una única teoría que
explique todas las formas de conducta
delictiva.
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